Dos policías se encontraban patrullando por Brooklyn cuando encontraron algo que les rompió el corazón. Un perrito estaba atado a la reja de un parque y no paraba de temblar de frío.
Los oficiales se detuvieron para ayudarle. Le quitaron la pesada cadena que lo ataba al parque y contactaron al refugio más cercano.
El peludo necesitaba mucha ayuda y los oficiales pensaron que ahora se encontraba en mejores manos. Lamentablemente, no fue así.
El oficial Pascale regresó al día siguiente para ver cómo seguía el pitbull. No podía dejar de pensar en él y quería saber qué habían dicho los veterinarios sobre su estado de salud.
Fue entonces cuando le advirtieron que lo más probable era que fuese sacrificado.
Muchos refugios en el mundo entero reciben más perritos de los que pueden. El espacio y los recursos son limitados. Por desgracia, toman la decisión de sacrificar a los peludos, cuyo estado de salud es más grave o que son considerados con menos probabilidades de ser adoptados.
El perrito de Brooklyn llevaba años de recibir tratos injustos y los encargados del refugio pensaron que nadie lo adoptaría por ser un pitbull.
El oficial Pascale no estaba dispuesto a quedarse de brazos cruzados. Decidió adoptarlo y no salió de allí hasta lograr realizar todos los trámites. Lo llamó Joey y celebró la llegada del nuevo miembro de su familia con una emotiva foto.
El valiente oficial Pascale cumplió con su labor al llevar al pobre perrito hasta donde él pensó que sería un lugar seguro. Sin embargo, una vez que supo que el peludo no recibiría la ayuda que tanto necesitaba decidió tomar el asunto en sus propias manos y le regaló a Joey la familia que tanto merecía. Esto demuestra una admirable y verdadera vocación por ayudar a los demás.