Un perro pasó 10 años encadenado cerca de un acantilado antes de que los rescatistas finalmente lo salvaran.

Durante diez largos años, el mundo de Maru fue desgarradoramente pequeño: una cadena corta, un techo de metal frágil y la constante amenaza de caer del acantilado donde se alzaba su “refugio”. Comprado de cachorro y pasado de un dueño a otro, nunca conoció el amor ni el consuelo. En cambio, su vida diaria estuvo marcada por el aislamiento, el hambre y el miedo.

Camino a un lugar seguro, Maru se sentía nervioso y curioso a la vez; su fragilidad se hacía evidente bajo las marañas de pelo enredado. A primera vista, parecía corpulento, pero al acicalarlo reveló la desgarradora realidad: estaba dolorosamente delgado, con cicatrices en el cuerpo, dientes desgastados y ausentes. Años de abandono también lo habían dejado con dirofilariosis en etapa 2 y piel áspera y dañada. Su pelaje, antaño una “armadura” de enredos, ocultaba lo demacrado que estaba.

Sin embargo, a pesar de todo, Maru se dejó llevar por el cariño. Comió con entusiasmo, saboreando sus primeras comidas de verdad en años. Por primera vez en una década, se sentía seguro, cálido y cuidado. Sus rescatadores prometieron hacer de su vejez el mejor capítulo de su vida, rodeándolo con el amor que le habían negado durante tanto tiempo.

“WEACT se convertirá en su familia. Nos aseguraremos de brindarle felicidad en un ambiente cálido y seguro”, compartió el grupo.