Un motociclista ve una caja de madera mordida en una zona rural y se le encoge el corazón al abrirla.

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Bret Winingar y su hijo Zach recorrían las afueras de Little Rock con sus motos todoterreno cuando descubrieron una caja escondida entre la maleza. Al acercarse, vieron que la parte superior de la caja había sido arrancada a mordiscos. Al ver esto, supieron que algo andaba mal, así que inmediatamente intentaron abrir el contenedor.

La pareja se quedó atónita al descubrir a una perra extremadamente demacrada pudriéndose en un rincón del contenedor. Su cuerpo estaba cubierto de heridas sangrantes, formadas por llagas abiertas que había sufrido durante semanas en la jaula.

La perra se llamaba Charlie Bravo y recibía la comida y el agua que tenían los niños. Corrieron a casa lo más rápido que pudieron, llevando un vehículo para retirarla. Se determinó que Charlie estaba en estado de shock extremo debido al hambre y la claustrofobia. Ni siquiera podía caminar debido a su mal estado, pero los Winingar le aseguraron que la cuidarían.

Charlie se recuperó lenta pero constantemente con la familia de Bret durante los días siguientes. Inicialmente, la familia tenía la intención de acogerla hasta que se recuperara, pero se hizo evidente que no podrían hacerlo. Como resultado, Charlie se convirtió en el cuarto perro rescatado en su nuevo hogar.

El interés de Charlie por las bicicletas creció a medida que mejoraba. Al fin y al cabo, los hombres que la salvaron eran ciclistas. Un día, Bret decidió construir una jaula para Charlie en su bicicleta y la invitó a subirse. La niña, abrumada, se subió de inmediato, y desde entonces no ha habido vuelta atrás.

Charlie se ha convertido en un aventurero de espíritu libre. Charlie es un verdadero ejemplo para cualquiera que intente superar una mala situación, como lo hizo ella al darle un giro a su vida.