Es posible que esto no haya pasado de ahí, una vista rápida que se desvanece a medida que avanzas hacia tu destino, mientras los perritos quedan sumergidos en el dolor y en la constante desesperación de encontrar algo con qué alimentarse.
Sin duda, los perritos callejeros tienen una bendición especial al poder aguantar una cruda realidad que muchas veces evitamos. Salvador es uno de esos perritos callejeros que por falta de comida estaba completamente desnutrido y al borde de la muerte.
El pequeño Salvador era un esqueleto andante, estaba muy enfermo y hambriento, todo su cuerpo estaba cubierto de pulgas y garrapatas, solo tenía pelos en algunas zonas de la espalda y cabeza, estaba completamente enmarañado y sucio.
Por suerte, un hombre con ayuda de otros rescatistas se toparon con el perrito y decidieron hacer lo posible para ayudarlo. Lo primero que hicieron fue darle comida y dejarlo que se alimentara lo suficiente para luego tomarlo con una manta y trasladarlo a un lugar seguro.
El perrito fue trasladado a un centro de rescate donde recibió toda la atención que necesitaba. Tras realizarle un examen detallado procedieron a bañarlo de la manera más delicada posible.
Debido a su condición, era tratado como si sus huesos fueran de cristal, de lo contrario podría sufrir fracturas.
Sus rescatistas estaban comprometidos con la salud del indefenso perrito, solo fue cuestión de tiempo, paciencia y mucho amor para empezar a ver los cambios.
El proceso de transformación no fue fácil, pero gracias a sus ángeles Salvador se recuperó sorprendentemente.
Con los días el perrito se hacía cada vez más fuerte, pronto entendió que ya no debía preocuparse más por la comida.