En enero del año pasado, Houston sufrió un frío inusualmente gélido. Al caer la noche y empezar a bajar la temperatura, Andrea Soliz notó que un perro deambulaba por el almacén de su lugar de trabajo.

Soliz y sus compañeros de trabajo hicieron todo lo posible por capturar a los cachorros, pero estaban demasiado aterrorizados como para acercarse. Así que Soliz juntó algunas mantas, las guardó en el almacén y rezó para que sobrevivieran a la noche.

Soliz fue a verlos a primera hora de la mañana siguiente. Gracias a su rapidez mental, habían sobrevivido y estaban mucho más confiados.
“Solo la abracé y me dejó abrazarla”, dijo Soliz. “Me dejó acariciar a su bebé. Me dejó jugar con él”.

“En casa, me puso su patita en la mano y pensé: ‘Ya está. Es mía’”, dijo Soliz.
Desde que tiene a Nixi, Soliz ha seguido conociéndola. Ha aprendido que sus dos actividades favoritas son recibir abrazos e ir a la playa.

“Es una perra completamente diferente”, dijo Soliz.
Cada día, Nixi se vuelve más juguetona y cariñosa. A Soliz le cuesta imaginar que la hayan dejado sola en una noche gélida.