En las bulliciosas calles de Mettupalayam, India, una imagen desgarradora detuvo en seco a un experimentado rescatista: un perro callejero con un tumor enorme e hinchado que le consumía la parte superior de la cabeza, vagando solo por la ciudad. Pero detrás de la imagen desgarradora se escondía un alma igual de grande, una que pronto conmovería a los amantes de los animales de todo el mundo.

En India, ver un perro callejero no es nada raro, con decenas de millones de ellos vagando por las calles, callejones y espacios públicos de todo el país. Pero cuando un perro llamado Biggie fue visto vagando solo, fue imposible apartar la mirada, especialmente para quienes sienten debilidad por los animales necesitados.
Cuando los rescatistas lo vieron por primera vez recorriendo las calles de Mettupalayam, se les partió el corazón. Biggie tenía un tumor enorme que le cubría la parte superior de la cabeza. Los lugareños lo habían visto vagar sin rumbo durante un tiempo, con la cabeza gacha por el peso, el cuerpo agotado y el ánimo desfalleciendo.

Actualmente vive en el centro WVS de Ooty, rodeado de personal compasivo, voluntarios y visitantes amantes de los animales de todo el mundo. Le brindan la atención y el amor que tan cruelmente le negaron en su infancia.
La trayectoria de Biggie, desde sufriente perro callejero hasta su adorado rescate, es extraordinaria. Antaño un perro agobiado por el dolor e ignorado por el mundo, ahora es un símbolo de resiliencia, esperanza y el poder de la compasión.

Para cualquiera que se haya preguntado si un simple acto de bondad puede marcar la diferencia, Biggie es la prueba viviente. Su supervivencia no se debió solo a la extirpación de un tumor, sino a devolverle la dignidad, la salud y el amor a una vida que casi había sido olvidada.