Es profundamente angustiante cuando una mascota querida enferma repentinamente. Con el miedo y la confusión que esto puede causar, es fundamental estar a su lado, ofreciéndole tranquilidad, amor y cuidado, asegurándose de que reciba atención médica.

A pesar de su mala salud, intentó gatear, pero era demasiado para ella. Afortunadamente, los rescatistas la detectaron y acudieron en su ayuda. Al observar su vientre hinchado, inicialmente pensaron que podría estar embarazada. Sin embargo, se hizo evidente que no era así.

También sufría una herida grave e infestada en la pierna, que le impedía caminar. Afortunadamente, ahora estaba en un lugar donde podía recibir la atención médica necesaria. Los rescatistas la alimentaron y ella consumió su comida con entusiasmo, preparándose para el procedimiento necesario para aliviar su condición. Los veterinarios tuvieron que vaciarle el estómago repetidamente, extrayendo finalmente más de cuatro litros de líquido.

La atención se centró entonces en su recuperación. Diagnosticada con insuficiencia hepática, se le administró un régimen de medicación y se le mantuvo bajo vigilancia continua. Tras un mes y medio de cuidados intensivos, se recuperó lo suficiente como para salir de la clínica. La persona que más se había involucrado en su cuidado se había encariñado profundamente con ella y decidió adoptarla.