Yuki era un perrito callejero que deambulaba por las calles después de que sus dueños lo abandonaran.
En vista de ello, nadie se atrevía a consolarlo, por lo que el indefenso perrito estaba lejos de saber lo que era una verdadera caricia de amistad. Por suerte, un grupo de rescate lo encontró y rápidamente lo trasladaron al centro veterinario más cercano.
No solo su piel estaba destrozada, el perrito parecía un pequeño bulto de huesos, debía pesar al menos 30 kilos, estaba desnutrido y hambriento. Sin duda, había mucho por hacer para salvar al indefenso perrito.
Tras realizarle una serie exámenes el veterinario determinó que Yuki dio positivo para Ehrlichiosis, una letal enfermedad en los perritos trasmitida por garrapatas.
Recibió un largo tratamiento a base de antibióticos y analgésicos para combatir la batería. Fue necesario eliminar capas de piel muerta para poder darle espacio al nuevo tejido y que su apariencia cambiara.
Por suerte el dolor de Yuki fue mínimo, siempre contó con el apoyo de los voluntarios quienes estaban pendientes de su tratamiento y dieta.
Con el paso del tiempo el indefenso perrito fue ganando peso, estaba realmente de compartir con personas que en realidad se preocupaban por él. Su evolución fue lenta pero satisfactoria, a las pocas semanas ya estaba en un hogar de acogida.
La perrita estaba tan emocionada en su nuevo hogar que se acostaba plenamente en su camita y comía sin preocupaciones dos veces al día, algo que a veces damos por sentado pero que muchos perritos no tienen.
Su nueva madre de acogida comenta que Yuki se porta muy bien y le encanta jugar. Estamos seguros que solo es cuestión de tiempo para encuentre un hogar permanente, por suerte, muchos adoptantes están interesados en llevárselo a casa.