Una bondadosa abuela conmovió al mundo con sus lágrimas de dolor al tener que separarse temporalmente del perro paralizado que rescató. Lo que hizo por el fue grandioso, y el desenlace de esta hermosa historia de amor llega al alma.
Todos los animales merecen ser protegidos y amados sin importar su condición. Lamentablemente, algunos son discriminados sin compasión, pero encuentran consuelo en seres humanos dispuestos a ofrecerles una oportunidad.
La mayoría de las veces quienes menos tienen son los que más ayudan a los animales desprotegidos.
Esta abuelita ayudó a un perro paralizado que nadie quería. Bong es un animal que tenía una vida normal, corría jugando con otros peludos en las calles, hasta que una mañana despertó con parálisis en sus patitas traseras.
La abuela rescató al perro paralizado que nadie quiso para darle la vida que merecía
En lugar de ofrecerle atención médica, lo pusieron en una caja y lo abandonaron en un basurero, como si de un paquete inservible se tratara.
Esta abuelita escuchó sus gritos, lo rescató y decidió hacerse cargo de él, reconoció que el perro vivía en el barrio y supo que lo dejaron a su suerte por su condición.
¿Cómo pudieron abandonarlo y dejarlo así a su suerte? ¡No tienen corazón!
Aunque la mujer eга muy pobre, le sobraba amor para dar e hizo lo posible por mejorar la calidad de vida del perro. Lo limpiaba y lo mantenía abrigado, alimentado, bañado y sobre todo lleno de amor.
Cada noche lo cubría con vendas hechas con sus propias manos con mucho amor
Siempre permanecía atenta para que no se lastimara al arrastrarse, lo trasladaba en una canasta e incluso cubría sus patitas para protegerlo del frío suelo.
La abuelita no podía estar más feliz de cuidarlo abnegadamente como Bong necesitaba
Bong aprendió a quererla y le agradecía el amor que le daba, no se separaba de ella ni un solo instante.
Un vecino de la abuela los visitaba con su perrita para que Bong pudiera jugar y distraerse.
Cada vez que Bong la veía se emocionaba mucho, pero cuando ella tenía que irse a su casa intentaba seguirla y se frustraba porque su condición no le permitía caminar.
El perrito miraba afligido cómo los demás perros podían caminar y correr, como é antes lo hacía.
La abuela sufría mucho al ver que por no tener recursos económicos suficientes, no le podía ofrecer a Bong atención médica especializada
“Él está sufriendo, si hubiera sido hallado y adoptado por una familia rica podrían pagar el veterinario y lo ayudarían a caminar”, dijo la afligida mujer.
Sin embargo, desde que se difundió en las redes su caso, varias personas se solidarizaron y la ayudaron con alimentos, regalos, y una camita nueva. Pero, además, se ofrecieron a llevar al perro al veterinario y pagar los gastos.
Fue un triste momento en el que tuvieron que despedirse temporalmente para darle una vida mejor ¡Imposible no conmoverse!
A Bong le diagnosticaron mielitis de columna vertebral, el 70% de los perros con esta enfermedad logran recuperar la movilidad.
La abuela lloró de alegría al conocer la noticia, tuvo sentimientos encontrados porque, aunque le complacía infinitamente que Bong mejoraría su vida, también le dolía tener que decirle adiós por unas cuantas semanas.
Bong comenzó su tratamiento con la esperanza de volver a ser el mismo de antes:
Aunque fue un proceso difícil, los voluntarios y los médicos veterinarios hicieron lo posible para que se recuperara totalmente.
La abuelita y Bong estaban destinados a ser los mejores amigos, se volvieron a reunir cuando el pequeño ya estuvo recuperado. Y así ambos se acompañarían cada día haciendo frente a las adversidades y viviendo a plenitud.
Para el amor incondicional, en cualquier ámbito, nada es imposible y así lo demuestra este caso en el que Bong tuvo un nuevo comienzo.
Y si ella pudo ofrecerle su ayuda al perro que vio tan débil e inmóvil, queda claro que todos podemos tender una mano a los animales que sufren los estragos del abandono.
Sin importar su condición, merecen una oportunidad de sentirse amados y protegidos.
Por suerte, el perro logró recuperarse y ya puede volver a correr de nuevo, la abuelita que lo adoptó no puede estar más contenta y agradecida. No tenemos excusas para no hacer verdaderos milagros con estas criaturas. ¡Solo es cuestión de amor!