Isuzu eга un perro que nunca había experimentado el amor.
Lo habían abandonado detrás de un refugio, abandonado a su suerte al costado de la carretera, con un trozo de carne podrida a su lado.
Lleno de pulgas y garrapatas, con la piel llena de costras y heridas, se arrastró como pudo hasta el refugio, buscando un poco de compasión.
Allí, conoció a otros perros que también habían sido abandonados.
Juntos, se consolaban y se lamieron las heridas.
Un día, una mujer llamada Ana vio a Isuzu.
Ana eга una mujer bondadosa que amaba a los animales.
Se acercó a Isuzu y le acarició la cabeza.
Isuzu, al principio, se encogió de miedo, pero poco a poco fue relajando su cuerpo.
Ana le dio de comer y de beber, y le limpió las heridas.
Isuzu, por primera vez en mucho tiempo, sintió que alguien lo quería.
Ana se llevó a Isuzu a su casa.
Le dio un baño, le puso una cama cómoda y le dio mucha comida.
Isuzu, poco a poco, se fue recuperando de su pasado.
Se convirtió en un perro feliz y juguetón.
Ana le enseñó a Isuzu a dar la pata, a sentarse y a tumbarse.
Isuzu aprendía rápido y eга muy obediente.
Ana y Isuzu se convirtieron en los mejores amigos.
Iban juntos a pasear por el parque, a jugar a la pelota y a perseguir ardillas.
Isuzu eга muy feliz con Ana.
Finalmente había encontrado el amor que tanto había anhelado.
Ana también eга muy feliz con Isuzu.
Isuzu le había llenado la vida de alegría.
Un día, Ana decidió llevar a Isuzu al refugio donde lo había encontrado.
Isuzu quería ver a sus antiguos amigos.
En el refugio, Isuzu se reencontró con los perros que había conocido allí.
Se alegraron mucho de verse y se lamieron las caras.
Ana se sintió feliz de ver a Isuzu tan feliz.
Sabía que había hecho lo correcto al adoptarlo.
Isuzu nunca olvidaría lo que Ana había hecho por él.
Ella le había dado una segunda oportunidad en la vida.
Y Isuzu le estaría agradecido para siempre.