“Aunque herida y sin fuerzas, no podía rendirme… mis crías me necesitaban, y entonces llegaron los ángeles que lo cambiaron todo”

Cuando los rescatistas recibieron la noticia de que una perra había dado a luz a siete cachorros cerca de una fábrica, actuaron de inmediato. Al llegar, encontraron a la madre acurrucada en el suelo con sus crías apretadas contra ella buscando calor y seguridad. Sus ojos describían una profunda tristeza y agotamiento. Había gritado pidiendo ayuda, pero nadie había acudido, hasta ahora.

Los rescatistas llamaron Cura a la valiente madre. A pesar de su cariño, Cura estaba aterrorizada y protectora, impidiendo que nadie se acercara a sus cachorros. El corazón del equipo se desmoronó aún más al descubrir que tres de los cachorros ya habían fallecido. Los cuatro restantes se acurrucaron junto a su madre, hambrientos y vulnerables.

Llevaron a la familia canina al hospital para recibir atención urgente. Los cachorros recibieron tratamiento contra pulgas y parásitos, y alimento nutritivo. Sin embargo, Cura había sufrido demasiado. Sus heridas eran graves y, a pesar de los esfuerzos de los veterinarios, no sobrevivió.

Su pérdida fue un duro golpe para todos. Cura había demostrado una fuerza increíble, protegiendo a sus crías y soportando sus heridas en silencio hasta el final. Los rescatistas le hicieron una promesa: sus cachorros vivirían la vida que ella tanto luchó por darles.

En las semanas siguientes, los cachorros empezaron a desarrollarse lentamente. Se animaron, sus pancitas se llenaron y sus colas se movían más cada día. Con amor y atención, se volvieron más fuertes, felices y juguetones.

Seis meses después, todos los cachorros de Cura habían sido adoptados. Sus nuevas familias los recibieron con los brazos abiertos, brindándoles la calidez y la seguridad que nunca habían conocido. Desde jugar en jardines con césped hasta acurrucarse en cómodas camas, los cachorros, antes frágiles, ahora vivían vidas plenas y felices.

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