Años enjaulado le robaron el andar, pero el amor y la esperanza le enseñaron a caminar de nuevo

Liszka es una perrita que tuvo que pasar los primeros años de su vida en terribles condiciones. Hoy en día su suerte es otra, pero muchos se preguntan de dónde logró sacar las fuerzas suficientes para sobrevivir.

Su dueño la tenía encerrada en una pequeña jaula y jamás la dejaba salir de allí. La pobre tenía que hacer allí sus necesidades y debía dormir sobre los desperdicios. Finalmente, un vecino llamó a los rescatistas de OTOZ Animals.

Los rescatistas acudieron al lugar y quedaron con el corazón roto al ver la delicada situación de la Liszka. Al parecer, no era la primera vez que sus dueños enfrentaban cargos por tratos injustos a los animales.

El hombre se negaba a dejar a la perrita ir y la situación se tornó tan tensa que los rescatistas tuvieron que llamar a la policía. No resultó sencillo pero la hermosa perrita finalmente pudo salir de la jaula.

Liszka temblaba de miedo cada vez que un humano se acercaba a ella. Era evidente que nunca le habían brindado un gesto de cariño y la pobre se encontraba muy confundida.

No recordaba cómo caminar y tenía los patitas tan afectadas que necesitaría de terapia y mucho trabajo para lograr hacer algo que debería resultar natural y alegre para todos los perritos.

Después de semanas de dedicación y mucho trabajo, Liszka parece otra. Ha aprendido a confiar nuevamente en los humanos y se recuperó de sus contracturas musculares. La adorable peludita disfruta cada vez más de sus paseos y hasta corretear un poco.

Lo mejor de todo es que consiguió una familia definitiva. Sus días de la jaula son cosa del pasado y ahora podrá contar con la tranquilidad y el amor de una familia que la trata como a la más querida de la casa.