Con un trozo de cadena colgando, la perra extendió su pata temblorosa, “tomando la mano” de quien vino a salvarla.

En todo el mundo, innumerables animales viven vidas que no se merecen. Muchos viven en condiciones peligrosas, abandonados por dueños que no satisfacen sus necesidades más básicas. Por eso, los rescatistas de animales desempeñan un papel tan esencial.

El pasado de Rummi estuvo marcado por las dificultades y el abandono. Pasó toda su vida encadenada a un cobertizo sucio y embarrado, sin poder moverse libremente. Rodeada de suciedad, recibía comida apenas comestible. La cadena alrededor de su cuello era tan corta que le impedía moverse, privándola del ejercicio que necesitaba para mantenerse sana.

En cuanto Rummi sintió una suave caricia, se irguió sobre sus patas traseras y abrazó a la rescatadora, sin querer soltarla. Era como si supiera que esta era su oportunidad para un nuevo comienzo. La rescatadora, conmovida por la respuesta de la cachorra, la llevó a un lugar donde sería querida y cuidada como es debido.

Cuando Rummi llegó al refugio, estaba llena de alegría. Movía la cola como un loco y corría en círculos, sin poder ocultar su emoción. Por primera vez, era libre de moverse y jugar cuanto quisiera.

Rummi aprendió rápidamente lo que significaba ser un perro. Disfrutaba correteando y jugando con los otros perros, pero también atesoraba los momentos compartidos con el amable personal que la cuidaba. Su gratitud se hizo evidente al conectar con todos en el refugio.