Con las costillas marcadas y la mirada suplicante, el perro hambriento se acercó al barco rogando una segunda oportunidad.

Cuando David Foster realizó un viaje al Amazonas el otoño pasado, estaba entusiasmado por explorar las selvas y navegar hasta las playas de las islas cercanas a la costa.

La isla estaba prácticamente desierta, salvo por unas cuantas personas que habían llegado en otro bote. Foster llamó a la perra, con la esperanza de ver si pertenecía al otro grupo.

“Vino corriendo hacia mí”, dijo Foster. “Y fue entonces cuando me di cuenta de lo mal que estaba”.

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La perra estaba cubierta de pulgas y garrapatas, y tenía las orejas abiertas y ensangrentadas. Su pelaje negro era fino y desigual, y sus calvas revelaban moretones por todo su cuerpo esquelético.

Estaba tan demacrada que, de hecho, Foster notó que los buitres volaban en círculos en el cielo sobre ella.

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“Parecía como si alguien la hubiera golpeado”, dijo Foster. “Estuvo a punto de morir. Movía la cola y lloraba al mismo tiempo”.

Dada la ubicación del perro, estaba claro que no había terminado allí por sí sola, y Foster sabía que era su responsabilidad sacarla.

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“Sabía que si levábamos el ancla y nos íbamos, sería su muerte segura”, dijo Foster. “No era solo una perra callejera. La habían dejado allí, zarpando”.

Foster le dio de comer a Negrita y la subió al bote para prepararla para la siguiente ola del viaje. Aunque estaba tan delgada y maltratada, parecía aliviada .

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Negrita descansando en el barco | Juega por los vagabundos

Negrita y sus rescatistas navegaron hasta la ciudad más cercana para buscar un veterinario, y afortunadamente pudieron encontrar uno que pudiera brindarles un poco de ayuda.

La trataron contra las pulgas y garrapatas y le limpiaron las heridas. Por suerte, no tenía fracturas ni traumatismos musculares graves.

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Aunque Negrita aún estaba bastante débil, su dulce y gentil personalidad se hacía más patente cada día a medida que recuperaba fuerzas. Seguía a Foster constantemente por el barco, meneando la cola. Después de unos cuatro días cuidándola, Foster había tomado una decisión: traería a Negrita a casa, al Reino Unido.

En casa, Foster dirige PlayforStrays , una organización benéfica que lleva juguetes donados a mascotas abandonadas en refugios de todo el mundo. Recientemente viajó a Natureza em Forma, un refugio en São Paulo, Brasil, para entregar juguetes, y presentía que ahora podrían ayudarlo.