El cachorrito paralizado se arrastraba entre coches, con ojos llenos de miedo, hasta que una mujer escuchó su silenciosa súplica.

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Un vulnerable cachorrito paralizado se emocionó por completo cuando por fin vio a su posible heroína, mientras se arrastraba por el camino buscando un poco de ayuda.

El perrito necesitaba ser auxiliado con urgencia. Así que sabiendo que sería su única oportunidad de ser salvado, no dudó en hacer algo para llamar la atención.

Se dio la vuelta como pudo para seguir arrastrándose y ser notado. Por suerte, aquella mujer era un verdadero ángel. Se dio cuenta de que apenas podía moverse y que sus patitas sangraban, por lo que actuó de inmediato.

cachorrito

El ángel que lo vio y lo salvó se llama Elena Okyaltirak, una mujer rusa que colabora como rescatista con la organización de rescate animal Animal Shelters.

Rápidamente, llevó al perrito para un chequeo con el veterinario. Y lo que descubrió, destrozó el corazón de todos en el refugio.

El cachorrito indefenso tenía una gran hernia en la columna y un quiste en la médula espinal

El veterinario le vendó sus patitas traseras y lo llevaron a hacer unos rayos X. Le proporcionaron todos los cuidados y el amor para que confiara en sus rescatistas.

Sin embargo, el perrito se mostraba bastante tímido y con sus ojos llorosos todo el tiempo.

La buena noticia fue que a pesar de su enorme hernia, su columna permanecía intacta. De todos modos, procedieron a hacerle estudios profundos porque querían saber qué le estaba causando semejante parálisis.

Lo llamaron Venya

Poco a poco, fue recuperando el brillo en su mirada. Y de pronto surgió la criatura más dulce con los ojos miel más encantadores del mundo.

El veterinario confirmó más adelante que definitivamente no tenía sensibilidad en las patas traseras. Y lo más triste de todo es que es una condición irreversible. Podrá mejorar su calidad de vida si recibe terapias y amor, pero nunca podrá caminar y ser un perrito normal.

Elena quedó realmente devastada con el pronóstico, y muy compungida al saber que cuando más necesitaba de su familia, lo abandonaron. O peor aún, que probablemente le hicieron daño y luego lo desecharon.