Cuando un perrito es adoptado todos en el refugio esperan que su historia termine con un “y vivió feliz para siempre”, pero lamentablemente esto no ocurre en todos los casos.
Roland, ahora bautizado como Shorty, vivió durante un tiempo en el Refugio de animales del condado de Montgomery en Conroe, Texas, después de ser rescatado de las calles.
El peludo estuvo en el lugar hasta cumplir sus dos años, momento en que una pareja se interesó en él y quiso llevarlo a casa.

En el 2019, Shorty pesaba poco más de 18 kilogramos. El peludo estaba algo pasado de peso pero no como para que la situación comprometiera su salud.

Poco se sabe de ese año en que el perrito estuvo fuera del refugio, pero en el 2020 Shorty reapareció en el lugar con un cambio radical.
El can se encontraba en los huesos, había perdido tanto peso que sus costillas podrían contarse a través de su piel. Además de eso, el canino no era ya ese perrito alegre que salió del refugio.

Al parecer los dueños de Shorty atravesaron algunos problemas económicos a raíz de la pandemia: se habían quedado sin trabajo y sin residencia. Estas personas se vieron obligados a dormir en la calle, dentro de un vehículo y apenas tenían para alimentarse.

Shorty estaba muy débil y los dueños se vieron obligados a tomar la decisión de regresarlo, quizás lo hicieron un poco tarde, pero en el refugio apostaron por recibirlo y orar porque no todo estuviese perdido con el perrito.
