Esta historia muestra cómo un pequeño gesto humano puede salvar la vida de animales indefensos y en apuros. Los protagonistas de esta historia, una madre y su cachorro , sufrieron muchísimo tiempo. Por suerte, un día, cuando todo parecía perdido para estos dos perros, alguien se cruzó en su camino. Desde ese momento, su destino cambió para siempre…

Jackfruit y Sweet, como los apodaban, son dos perros callejeros, quizás abandonados, que durante meses han vivido la peor experiencia que un animal puede tener. Al verlos, algunos transeúntes no pudieron evitar fijarse en la imagen de sus cuerpos. Dos pequeños cuerpos reducidos a piel y huesos que transmitían claramente un dolor prolongado e insoportable. Además, la madre lanzó una súplica desesperada a los rescatistas pidiendo ayuda para ella, pero sobre todo para su pequeño.

La apariencia de los dos pobres animales no presagiaba nada bueno. El perrito quedó reducido a un montón de huesos , y el estado del más pequeño también revelaba un largo período de hambre y penurias. Por si fuera poco, las primeras revisiones veterinarias revelaron un estado clínico realmente grave. Tanto la madre como el pequeño tenían recuentos sanguíneos muy bajos y padecían leucemia. Debido a la grave desnutrición, los veterinarios no pudieron garantizar la compatibilidad con las terapias para el tratamiento de la leucemia.

El camino, para todos estaba claro, sería largo y complejo. Primero, los especialistas se aseguraron de que los dos perros recuperaran peso y fuerza. Tomó tiempo, pero cuando lo lograron, finalmente pudieron brindarles los cuidados más importantes. Durante las largas semanas de terapia, Jackfruit y Sweet nunca dejaron de apoyarse mutuamente. La madre no hacía más que proteger y mimar a su pequeño , mientras que este último infundía en Sweet toda su esperanza en el futuro.