Esta historia trata sobre un acto cruel, como todos los abandonos . Es terrible abandonar a una perra, dejarla sola y enferma, sin remedio. Pero alguien, una persona muy distinta a su antiguo dueño, pensó en darle un techo a esta perrita callejera. Parece muy enferma, no tiene fuerzas para levantarse, su cuerpecito está lleno de costras y heridas que necesitan ser curadas.

La perra parecía estar esperando su último aliento. Probablemente pronto se habría rendido a un fin inexorable. Pero Bia, así se llamaba, habría conocido a alguien interesado en ella. La perra estaba asustada, frágil, incluso emocionalmente, pues había vivido momentos terribles hasta ese momento. Ni siquiera podía sostenerse por sí sola, pero lo más increíble es que Bia probablemente tenía dueño, dado que llevaba un collar.
El pelo se le caía junto con algunos fragmentos de piel dado su estado desesperado. La perra está muy delgada, deshidratada y necesita visitas. Pero es en este punto cuando la trasladan a un veterinario que empezará a estabilizarla, le realizará análisis de sangre y una ecografía.

Se le diagnosticó sarna a la niña, y sus análisis de sangre mostraron anemia y niveles que indicaban una infección extensa. Era hora de baños terapéuticos para sanar su piel. Incluso después del primer baño, su piel seguía escamosa y con picazón, y aún presentaba abundante secreción y sangrado.
Bia tendrá un largo camino hasta recuperarse por completo. Para su piel, la perra recibía tres baños medicados a la semana para mantenerla hidratada. Aunque estaba al borde de la muerte, aún podía mover la cola a pesar del dolor.

Con el tiempo, su piel comenzó a mejorar en apariencia y suavidad. Bia también comenzó a comer sola en lugar de que la alimentaran los rescatistas, y hoy sigue luchando y perseverando en esta batalla.