Nadie lo quería por su peculiar cara: ahora este perrito por fin es feliz

La historia de este gran perro es el testimonio de un gran sufrimiento transformado en alegría y amor. El perro en cuestión, de hecho, no solo sufrió un abandono atroz, sino que también tuvo que enfrentarse a la falta de sensibilidad de muchos seres humanos. Además, por si fuera poco, durante los largos meses que estuvo vagando, se enfrentó a graves peligros para su salud . Pero a pesar de los miles de desafíos a los que la vida lo expuso, este valiente perro logró encontrar la serenidad que siempre mereció.

Este es un Weimaraner adulto. Su historia se desarrolla en Puerto Rico, donde durante mucho tiempo vivió en condiciones extremadamente precarias. De hecho, durante muchos meses, este gran perro llamado Murray pasó sus días cerca de un lugar inhóspito, conocido como Dead Dog Beach. El nombre ya sugiere la triste característica de esta zona costera destinada a acoger, para su desgracia, a cientos de perros abandonados .

Todos los residentes del lugar conocen el uso ilegal y cruel de esa zona, pero parece que nadie ha hecho nada para prevenirlo. Sin embargo, cada día, numerosos voluntarios visitan la playa en busca de nuevos ejemplares desafortunados que salvar . Una mañana, los rescatistas de una asociación protectora de animales se encontraron con Murray, como apodaron al perro en cuestión. Su estado era tan grave que, al principio, quienes lo visitaron pensaron en sacrificarlo.

Ante la imagen de ese perro enorme meneando la cola y lleno de ganas de vivir, los veterinarios, sin embargo, no pudieron evitar cambiar de opinión. Hicieron bien: gracias a numerosos tratamientos y terapias específicas, Murray pronto mejoró. Sin embargo, el sufrimiento soportado durante los meses de soledad dejó una marca en su rostro . De hecho, un virus le provocó la caída de todos los dientes, por lo que su gran lengua siempre le cuelga fuera de la boca.

Debido a su peculiar apariencia , muchos han preferido adoptar otros ejemplares, dándole la espalda al pobre Murray. Un día, sin embargo, todo cambió: Mackenzie Gallant y su familia decidieron acogerlo en su hogar. ¡Ahora este gran perro que solo conocía el dolor puede disfrutar de toda la serenidad que siempre ha merecido!