En la actualidad, resulta completamente normal encontrarse con perritos que llevan puestos vestidos, pantalones, camisas, zapatos y hasta pañales. Ciertamente, hay quienes disfrutan de tratar y acicalar a sus mascotas de la misma manera que lo hacen los padres con sus bebés.

La razón por la que Tink debe comer en dos patas y no en 4 es que «no existe ninguna conexión entre su garganta y las células nerviosas del cerebro», explica Tom Sullivan, su dueño. En otras palabras: esta cachorra de 1 año no tiene la capacidad de tragar debido a que no puede contraer los músculos de la garganta.

Al principio, cuando Tom y su esposa adoptaron a Tink, todo parecía ir perfectamente bien. La cachorra llegó a su casa con apenas unas pocas semanas de vida y la pareja se enamoró perdidamente de ella desde la primera vez que la vieron. No obstante, pronto notaron que algo extraño le estaba pasando.

«Cuando tenía 9 semanas, mi hermano nos hizo el favor de cuidar a Tink. Cuando llegó a casa, notamos que tenía el estómago plano de un lado y distendido del otro, así que la llevamos a emergencia y fue ahí donde nos hablaron del megaesófago», explica Tom.

«Mi tío es veterinario y fue él quien nos dijo que Tink no tenía buen pronóstico. Fueron varios días de muchas emociones encontradas y mucha angustia, en los que tratamos de resolver qué íbamos a hacer, pero mi esposa no iba a darse por vencida de ninguna manera», continúa Tom.

«Se supone que el esófago debe succionar hacia abajo la comida gracias a la peristalsis, una serie de movimientos o contracciones que hacen que la comida llegue al tracto digestivo. Pero Tink no puede hacer eso, cuando ella come o bebe agua, todo se queda estancado en el esófago«, explica Tom.

«Para nosotros ya es algo normal ubicarla en su silla y, pasados 5 minutos después de comer, sacarle los gases, por más loco que suene. Luego, le realizamos un masaje en la garganta para ayudar a mover la comida hacia abajo», afirma el abnegado padre humano de Tink.