Un perrito llamado Tofu le muestra al mundo que la esperanza nunca se debe perder, pues con su historia nos motiva a seguir esperando siempre lo mejor en la vida.
Antes de ser conocido como Tofu, el perro se llamaba Estabanado y vivía en un refugio gestionado por la Coordinación de Bienestar Animal del municipio de Araraquara, en Sao Paulo (Brasil).
El perro llegó allí tras ser rescatado de las garras de un dueño abusivo que lo lastimó sin piedad.
Como todo perro al que se le da una segunda oportunidad, los rescatistas esperaban encontrarle una buena familia, pero las cosas no fueron tan sencillas.
Las perspectivas para este pequeño amigo no pintaban bien, ya que la mayoría de la gente prefiere adoptar cachorros sanos. Pero el pobre Tofu es un perro ciego y sus años también le habían traído otras complicaciones.
Los cuidadores del refugio le tuvieron mucho cariño al cachorro, pero siempre supieron que era imperativo encontrarle un hogar. Lo que más querían era darle la oportunidad de conocer una familia real antes de dejar este mundo.
Por si su condición no fuera suficientemente difícil, hace unos años este perro fue sometido a una operación en la que le amputaron una de sus patas debido a un tumor.
Cada día que pasaba en el refugio, las posibilidades de que el perrito Estanado saliera con vida del lugar disminuían.
Resultó que al final de cuentas la vejez y la dolorosa historia del perro fueron el gancho que hizo que alguien decidiera abrirle las puertas de su corazón.
Según Carolina Mattos Galvão, directora del refugio, un día recibió una llamada: alguien quería conocer al perro más viejo del lugar.
Esa alma generosa fue la entrenadora de perros Danila Molinari, quien a sus 39 años estaba decidida a darle una oportunidad a un abuelo canino.
Nada más visitarlo, la mujer quedó prendada y sintió que era el perro bueno que había llegado a su vida para hacer realidad uno de sus sueños.
“Siempre tuve el sueño de adoptar un perro discapacitado, uno anciano y uno sordo. Cuando le pregunté cuál era el perro más viejo del refugio, no imaginé que también tendría una discapacidad visual y física”, dijo Danila.
Una vez concretada la adopción, el perro cambió su nombre a Tufo y, junto a su nueva familia, este perrito está escribiendo una nueva historia.